Ljubljana, la capital de Eslovenia, la ciudad del Dragón, es un destino poco conocido, pero realmente interesante. Pasear por sus calles es conocer una parte de la historia de uno de los últimos países en incorporarse a la UE.

Y entre paseo y paseo, degustar la gastronomía de la zona es una buena forma de conocer desde otro punto de vista la ciudad y todo lo que tiene para ofrecernos. En sus platos hay una cierta influencia de Italia (podemos comer pasta o pizza), con una  mezcla de influencias húngaras y austríacas. En lo que se refiere a los vinos, tanto el blanco como el tinto tienen un sabor excelente, aunque quizá son los primeros los mejores.

Una de las mejores zonas para detenerse a comer o a cenar es alrededor del Puente Triple, uno de los lugares de más vida de la ciudad. En cualquiera de las dos orillas del río hay árboles y bajo sus ramas, gran cantidad de terrazas en las que detenerse. Además de disfrutar de un ambiente incomparable, no hace falta decir que los platos suelen ser deliciosos.

Uno de los restaurantes más famosos de Ljubljana es Manna, eso sí, no está al alcance de todos los bolsillos. La carta que ofrece a sus clientes es extensísima, inlcuyendo un buey de más de 100 euros la ración y un exquisito vino . CUBO es otro de los lugares más conocidos, más asequible de precio, pero con el inconveniente de que no está tan en el centro (algo que puede resolverse cogiendo un taxi, por ejemplo).

Por la noche, la oferta de bares de copas y de restaurantes también es bastante amplia, aunque sin grandes excesos. Uno de los lugares más conocidos son el Ultra, Bachus centre o Jazz Club Gajo, para los más animados. Para quienes tengan ganas de algo más tranquilo, es recomendable una visita a Flamneco o Kratochwill.

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